Después
de la firma del acuerdo nuclear de la “desconfianza”, firmado entre Irán y las “potencias mundiales”, estamos todos contentos.
Bueno,
todos no. Benjamin Netanyahu por ejemplo, está que no respira y me alegra.
Los
pueblos, no tienen nada que ver con sus gobernantes. Al fin y al cabo, cuando
hablamos de Irán, de Israel, de Estados Unidos, de Corea, de Rusia, de
Argentina, de Méjico, de Sudáfrica, de China, e incluso de España, la imagen
del país que se nos viene a la cabeza, es la que nos trasmiten sus gobernantes.
Pero el pueblo, es otra cosa bien distinta.
En los últimos 15
años, he tenido una especial relación con Irán. Occidente, mejor dicho “las
potencias mundiales” se han encargado de presentarnos a Irán, poco menos que
como el diablo. Esta es otra de las falacias políticas que se dan en el mundo.
Irán es una verdadera potencia y si no fuera por las sanciones económicas y a las
presiones políticas a las que esta sometido, su nivel de desarrollo sería
espectacular. Es evidente que hay un mundo posible, muy a pesar de occidente y
de EEUU. Irán lo ha demostrado.
Si has tenido la oportunidad de viajar a Irán,
te habrás encontrado con una gente estupenda y muy amable, ni te lo imaginas si
no lo ves. Habrá falta de libertades, el régimen de los ayatolás puede ser opaco
y represivo, pero la gente de la calle transmite otra cosa muy distinta. Las
cosas en el país, por fortuna, están cambiando muy rápidamente. Yo ya quisiera
que me explicasen por que EEUU,
Alemania, Rusia, China, Argentina, Sudáfrica, España, …, son países mejores que
Irán, en los que se puede confiar. Y por supuesto, será imposible convencerme
que Israel lo sea.