Estaba
pensando cómo empezar a escribir y que decir sobre la violencia de género a
raíz de todos los acontecimientos que se están produciendo este verano, cuando
la radio ha anunciado que han detenido en Rumania al presunto asesino de de Laura del Hoyo y
Marina Okarynska, las dos jóvenes de Cuenca. Estábamos ante la crónica de una
muerte anunciada. Los peores presagios, se han cumplido, al descubrirse sus
cuerpos quemados y enterrados en cal
viva. ¿Qué terrible!
Es evidente,
que la violencia de género en este país, campa a sus anchas. Lo cierto, es que
llevamos unos meses para olvidar. Mujeres degolladas, quemadas vivas, muertas a
golpes, niños que mueren junto a su madre, o niñas que son asesinadas por
despecho mientras pasan el fin de semana con su padre, son el reflejo de una
sociedad muy enferma.
Todos
estos asesinatos, sólo son la punta del
iceberg de la violencia de género y da miedo pensar en todo lo que habrá por
debajo. No se cual es la solución, pero si tengo claro que lo que hay que hacer
de momento es ejemplarizar con los asesinos, acosadores y maltratadores,
endurecer las penas judiciales, poner más medios de vigilancia y control,
ayudar más a las victimas, atención cada vez más especializada, más colaboración
ciudadana, etc.
Pero
si hay algo que podría acabar con esta lacra, es la educación, pero claro, esto
es a largo plazo. La educación y la formación de las niñas y los niños desde
pequeños en los valores de la igualdad, debe de ser el camino para resolver
todo esto. Desde pequeños deben de saber, que se sea niña o niño, sus derechos
y obligaciones son siempre iguales.
Ellos
serán distintos, pero sus valores no. Pero mientras tanto, ¿Qué podemos hacer?
Pues
mientras todo eso llega, la sociedad tiene
que exigir a la política que esta lacra sea tratada como una razón de
Estado. Hay que darle tanta relevancia cómo se le da al terrorismo, al paro, o
a la corrupción, que son temas que dan y han dado muchos votos a los partidos
políticos. Estamos en temporada electoral y ya quiero ver que es lo que
dicen los partidos políticos al
respecto. Me temo, que no demasiado.