No
le preocuparía que en una de las esquinas de su calle, una mujer estuviera
intentando ganarse unos euros, para dar de comer a sus hijos. San Tarsicio
hubiera quitado ese cartel que echa las culpas a las putas de ensuciar las
calles y hubiera mandado a los infiernos al chulo que vigila y que seguramente
la maltratará si no consigue redondear una buena jornada de trabajo.
Sean
españolas o extranjeras, lo cierto es que no hay dudas de que cada vez más
mujeres se ven abocadas a ejercer la prostitución, para llegar a fin de mes.
Nos lo dice Cáritas que es alguien de toda confianza y el “ministro casi en
funciones” Montoro, no se atreverá a negarlo. ¡Faltaría más!
Y
este, es otro de los logros de la política de recortes a la que estamos
sometidos por la Europa neoliberal que nos gobierna. Por poner algunos
ejemplos, no son suficientes los recortes en sanidad y educación, la
precariedad en los salarios, los altos niveles de desempleo, la pobreza
energética, la pobreza y desnutrición de tantísimos niños que viven en riesgo
de exclusión social, los recortes en pensiones y la permisividad con la
corrupción y el fraude.
Paradojas
de la vida: Mientras algunos banqueros aseguran su futuro y el de sus 3 o 4
próximas generaciones con pensiones e indemnizaciones supermillonarias,
mientras los políticos cuando dejan de serlo siguen ejerciendo sus influencias
y se aseguran su pensión de jubilación sin haber cotizado 40 años, mientras la
iglesia recibe miles de millones de euros sin merecérselo, mientras la
tauromaquia recibe más de 500 millones en subvenciones al año por ser
presuntamente cultura y no maltrato animal, mientras que el mundo del futbol
deba cerca de 1000 millones a Hacienda y a la Seguridad Social, mientras
algunos usuarios de tarjetas de empresa, las utilizan para comprar Viagra en
las farmacias de guardia, mientras todas estas cosa y algunas otras más pasan,
hay mujeres que se ven obligadas a prostituirse para poder dar de comer a sus
hijos.
En
fin, si San Tarsicio levantara la cabeza, yo pienso que nos diría cuatro cosas,
solo cuatro, pero bien dichas. ¡Que las tenemos merecidas!