jueves, 4 de marzo de 2021

¡Me encanta!

 



Llevamos un año de plandemia, como dicen algunos descerebrados y ahora que parece verse algo de luz, aquí estoy, encerrado en casa con la COVID-19. Eso sí, los dos tan tranquilos y tan amigos, de momento nos soportamos. Llevamos una semana juntos.


Un contacto estrecho, pero furtivo, ha hecho cantar la positividad. Os juro que he procurado cuidarme mucho. No he abierto ni cerrado los bares, no me he sentado en una mesa con más de 4 personas, no he cenado fuera de casa desde hace meses, he utilizado la mascarilla casi siempre (durante el sexo, no. Ahí tenía permiso para no hacerlo), he limitado al máximo mis contactos sociales, etc, etc. 

En fin..


Querido amigo, el pecado, fue invitarte a tomar un vino en mi casa durante media hora. Menudo lío hemos armado.


Si hay algo que procuro hacer ahora, es ver poca TV. Leo la prensa que me gusta “por la internete” y buceo un rato por las redes sociales. El tiempo que me queda libre, que es bastante, lo dedico a ordenar mi habitación, a cocinar (preparo los desayunos, comidas y cenas), a fregar la cacharrería de la cocina, a barrer, a escuchar música, a leer (los libros que tenía colgados por ahí y que me daba pereza recuperar), y a pensar.


Y es de esto del pensar, de lo que quiero hablaros. 


Ahora mismo, oyendo la Chavela Vargas (que viene bien en tiempos de pandemia), he tomado la determinación de no enfadarme con la política que se hace en este país. A partir de ahora, prometo que cada día voy a disfrutar más con los líos que se montan entre unos y otros.  He llegado a un momento en el que casi todo me da igual. Pero advierto: No me toquéis a los míos. Porque entonces… 


Por lo tanto, tengo que deciros con solemnidad que después de pensar mucho:


Me encanta oír hablar a Casado de honestidad, libertad,  igualdad y justicia. 

Me encanta la gestión que hace con la “plandemia” la señora Díaz Ayuso. Os juro que en más de una ocasión he llegado a pensar que era una negacionista.

Me encanta oír a Abascal, a Macarena, y al resto de satélites que tienen alrededor. Ese discurso fácil, sin soluciones concretas, que encima consigue embaucar a mucha gente.

Me encantan las aguas turbulentas por las que navegan PP y Cs con tal de intentar salvar sus gobiernos atómicos y autonómicos.

¡Viva el PIN PARENTAL!


Me encanta el rey emérito (con minúsculas y a propósito) y toda su familia. Es que son “realmente” encantadores. Fundaciones opacas, dineros en Suiza y en paraísos fiscales, los prestamos sin interés que recibe, el enchufe que tiene con Hacienda (quien pudiera), las vacunaciones de las infantas bajo manga (y las justificaciones del alcalde de Madrid al respecto), la bragueta siempre bajada y el pajarillo listo (ahora supongo que ya estará más tranquilo), los elefantes de Botswana, el fraude fiscal. Me encanta la indecencia que derrocha a manos llenas, el salvador del 23F.

Mientras él esta en Emiratos, seguimos pagando su seguridad y sus asistentes y los escoltas de sus hijas cuando van a visitarle. 

Todos somos iguales ante la Ley y ante Hacienda. ¡Me descojono!


Me encanta el PSOE y esa capacidad que tienen “para ser y no estar”. Son de izquierdas, pero a mi izquierda o junto a mí, no les veo. No sé donde están. Ya sé, ya sé que en los famosos 78, decidieron asumir la monarquía parlamentaria cómo la vía de solución para una transición pacífica de la dictadura a la Democracia. Pero coño, han pasado ya más de 40 años y con la que está cayendo, me extraña su actitud.


Me encanta Pablo Iglesias, cuando dice que a la democracia española, le falta algo, para llegar a ser plena. Creo que algo de razón ya tiene. Y me encanta ver como entre Podemos y PSOE, se tiran los trastos a la cabeza.


Con este panorama, hay que dejar la política en manos de los independentistas y los filoetarras. Igual contamos (yo me incluyo), con los comunistas. Esta visto que los de la España grande y libre, están haciendo de todo para destrozarla. Y hasta que no lo consigan, no pararán.