Este slogan "España somos todos", parece bueno. Pero viniendo del PP a mi me genera bastante inquietud.
No se si nos quieren decir "que España son ellos y nos representan", "que ellos son los españoles verdaderos", o que "para ser español hay que ser como ellos".
Así las cosas, yo no quiero tener nada que ver con un partido que tiene multitud casos de corrupción a sus espaldas.
El Partido Popular (PP) y la corrupción parecen dos viejos amigos que se ven de vez en cuando, pero cuando se encuentran, actúan como si no se conocieran.
Si preguntas a cualquier dirigente del PP sobre los múltiples casos de corrupción que los rodean, siempre te dirán lo mismo: "Eso ya pasó, no tiene importancia", mientras echan un vistazo rápido a su móvil, no sea que les llegue un mensaje de su abogado. El PP ha perfeccionado el arte de mirar hacia otro lado, y si algún juez o periodista se atreve a destapar una nueva trama, el partido ya tiene Cuca, a Cayetana, a Gonzalez Pons, y muchos más.
Si hay alguien que se mete con Isabel, ahí esta MAR —Miguel Ángel Rodríguez— al rescate, con su arsenal de bulos bien afilados.
Ah, MAR... ese estratega que parece haber descubierto el verdadero poder de la libertad: la libertad de inventar. Cuando surge algún escándalo o juicio que incomoda al partido, MAR saca de su sombrero comunicativo la técnica que nunca falla: distraer. Y es que MAR ha perfeccionado la técnica de convertir cualquier bulo en una distracción de la que se hable durante días.
Y ahí está MAR, con una sonrisa astuta, viendo cómo la conversación se llena de humo mientras sus "clientes" siguen su camino entre juicios pendientes y sobrecitos mal gestionados. Si alguien tiene dudas sobre el plan, siempre puede recurrir a las redes sociales, donde los bulos corren como pólvora. El miedo vende, y el PP lo sabe bien.
¿La mejor manera de desviar la atención de los problemas judiciales del PP? Propagar bulos, tan rápidos como efectivos, que logran que el foco se desplace hacia cualquier otro asunto. Porque, al parecer, la estrategia es clara: si no puedes solucionar la corrupción, asegúrate de que nadie esté hablando de ella."¿Que alguien menciona la Gürtel o Bárcenas? ¡Bah! Mejor lanzar un buen rumor sobre inmigrantes que vienen a quitarnos el pan o sobre conspiraciones comunistas que acechan desde las sombras."
Mientras tanto, en lo más profundo del PP, la maquinaria sigue en marcha. Tal vez, en su despacho, algún líder popular con un toque de Ayuso reflexione. "La corrupción", se dice, "es solo una palabra más, no significa nada mientras la gente crea que estamos protegiendo su libertad". Entran en juego aquí los bulos de MAR, esas pequeñas joyas de la comunicación que, lejos de esclarecer, embrollan las aguas. Y con eso, el PP puede continuar su discurso de que la corrupción es cosa del pasado, mientras los bulos se encargan de que nadie mire demasiado de cerca lo que está ocurriendo en el presente.
En lugar de hablar de los juicios por corrupción, se discute si en realidad hay una invasión de menas, si el comunismo está tocando la puerta, o si Europa está siendo invadida por las hordas del caos. Y lo mejor es que, cuando uno de esos bulos se cae por su propio peso, ya hay otro preparado para ocupar su lugar. Pero, por supuesto, el PP siempre se desmarca de los bulos cuando las cosas se ponen feas. "Nosotros no tenemos nada que ver", dirán. "Solo defendemos la verdad y la libertad de expresión". Porque en el mundo del PP, la verdad es flexible, maleable, un instrumento más para conseguir que las personas se olviden de los sobrecitos y los casos judiciales.
Y ahí de repente, se nos aparece uno de los fichajes estrella de Feijoo : La estrella es Miguel Tellado, que es como ese personaje secundario en una película de comedia que siempre aparece en el momento más inoportuno y todavía no ha dado su mejor versión, aunque nos ha dejado varias perlas últimamente.
Con un talento especial para el desparpajo, se ha ganado su reputación con declaraciones que rozan lo absurdo y que parecen pensadas para hacer más ruido que sentido. No importa el tema, siempre está dispuesto a meter la pata con un aire de seguridad que desconcierta. Si el PP considera que hay un escándalo en marcha, Tellado no duda en aparecer con su dosis de cinismo y provocación, como si de alguna forma su trabajo fuera recordarnos que en la política, ser "impresentable" puede ser una estrategia más y que todo vale.
Así, la receta del PP frente a la corrupción se vuelve aún más sofisticada: negar, relativizar, desviar la atención con bulos y culpar a los otros de cualquier cosa que suene a "conspiración". Es un truco viejo, pero funciona. Porque, al fin y al cabo, si hay algo que hemos aprendido es que mientras el PP se mantenga fiel a su estrategia de distracción y confusión, el escándalo pasará, la gente lo olvidará... y habrá nuevas promesas que hacer, nuevos bulos que contar, y siempre más libertad que defender.