martes, 16 de agosto de 2016

El Papa Francisco y los lamentos de Auschwitz




Él, que es capaz de transportarse al más allá, seguramente en su paseo por Auschwitz ha escuchado las penas, los gemidos y los lamentos de aquel millón de personas que en ese campo de concentración, dejaron a un lado sus vergüenzas y perdieron su capacidad de amar, de llorar, de vivir e incluso de sentir.
"Arbeit macht frei" (El trabajo os hace libres), esas son las palabras del exterminio que recibían a los prisioneros a su llegada a Auschwitz y son las que han recibido a Francisco. Debe de ser sobrecogedor, pasear por el lugar donde fueron cruelmente exterminadas más de un millón de personas. Pasear en silencio, exterminio en silencio.
El Papa Francisco, seguramente ha podido sentir como están presentes todavía en Auschwitz los bramidos de los oficiales de las SS, los insultos, los golpes y las vejaciones de los capos, los delirios producidos por las fiebres de los enfermos y enfermas de tifus y tuberculosis, las lentas y crueles agonías de todas y todos aquellos que morían de hambre, los sollozos de los niños que buscaban a sus padres, los mensajes de amor hacia los seres queridos, las blasfemias por la maldita suerte que les acompañaba, las alucinaciones producto de la locura…
Cabizbajo, es muy posible que Francisco le haya reprochado a Dios que “aquello se le fue de las manos.” Al fin y al cabo, Francisco es humano y cómo cualquiera de nosotros en un momento de debilidad, ha podido preguntar y buscar explicaciones, si es que existen,  a tanta crueldad. 
Esta vez no ha habido ningun discurso, pero no hacía falta. Francisco ha elegido el silencio para hacernos ver a todos el horror tan inmenso que allí hubo y la esperanza de que jamás se volverá a repetir algo parecido.

Foto: JANEK SKARZYNSKI/AFP PHOTO

lunes, 1 de agosto de 2016

Europa contra los niños




Millones de niñas y niños en el mundo, se ven obligados a trabajar para poder sobrevivir. Millones de niñas, han sido y serán madres a una edad, en la que deberían de estar aprendiendo o jugando. Miles y miles de niñas y niños están desaparecidos, cientos y cientos son detenidos y torturados allí donde hay algún conflicto. Un número importante han muerto o han sido torturados e incluso obligados a empuñar las armas, por grupos militantes armados de lo más diverso.

Cuando uno lee todas estas cosas, le vienen a la cabeza países cómo Afganistán, República Democrática del Congo, Sudan, Haití, Irak, Colombia, Israel, territorios palestinos ocupados, Nigeria,  Siria, etc, etc.
Nunca piensas que aquí al lado, se pueden estar dando situaciones que nos harían sentir vergüenza de ser lo que somos.
Europa nos ha vuelto a poner delante de nuestros ojos,  unas cifras impresionantes.
No vamos a hablar de Aylan ni de otros muchos que cómo él, no tuvieron la suerte de cruzar el Mediterráneo sanos y salvos.  Según la Europol,  presumiblemente más de 10.000 niños refugiados, que han llegado a nuestras costas bien solos o acompañados y que vienen de áreas de conflicto, han desaparecido sin dejar rastro. Se han volatilizado, se han evaporado delante de nuestra casa, delante de nuestras narices y nadie sabe donde pueden estar. ¿Cómo es posible que algo así pueda suceder?
Se sabe que a la mayor parte de ellos no se les perdió el rastro al llegar a tierra, sino que se evaporaron de los centros de refugiados donde estaban acogidos. Mientras las autoridades nacionales aseguran que nada saben de sus paraderos, las diferentes ONGs que trabajan con los refugiados, apuntan en dos direcciones: O se han reunido con otros familiares o han caído en las garras de las mafias de tráfico de personas y de explotación infantil. Mientras esto pasa, hay gobiernos europeos que no le dan importancia a lo que pasa y otros endurecen las condiciones de ayuda a los refugiados.

Foto: MUSSA ISSA QAWASMA/Reuters