La
verdad, es que todavía y a estas alturas de la vida, hay cosas que vas sabiendo
sobre la forma de actuar del nazismo que consiguen romperte el alma en mil
pedazos. El relato de Harold Le Druillenec es
sobrecogedor. Uno se da cuenta de que
aquellas mayores atrocidades que te pudieras imaginar, se quedaban cortas ante
la realidad de lo que realmente pasó. Por si fueran poco las cámaras de gas,
las torturas, los trabajos forzosos, las violaciones, la experimentación
médica, los millones de personas muertas a causa del abuso y negligencia;
resulta que hubo miles y miles de personas sin comida y sin agua, abandonados a
su suerte que no tuvieron más remedio que comerse los unos a los otros. El
objetivo primordial era el de la supervivencia, a costa de lo que fuese.
Recuerdo
ahora el libro “El hombre en busca de sentido” de Viktor Frankl, libro de
recomendable lectura, donde el autor, médico psiquiatra de profesión y
superviviente de los campos de concentración nazis de Auschwitz y Dachau, nos
cuenta su experiencia y su lucha por la supervivencia, en los terribles años
que duro su detención.
A
pesar de todas las penalidades por las que tuvo que pasar, el Dr. Frankl logro
encontrar un sentido a su vida y consiguió sobrevivir. Nos cuenta, corroborando lo que
describe Harold Le Druillenec, que la
mayor parte del exterminio se produjo los campos pequeños, no en aquellos más
grandes y famosos.
La
batalla por la supervivencia era durísima. La lucha por un mendrugo de pan, por
salvar la propia vida o la de un amigo era encarnizada. Uno vivía para que otro
muriera.
Nuestras
sociedades están acostumbradas a señalar a otros cómo los culpables de sus
desgracias y penalidades. Es complicado asumir los propios errores y los
problemas derivados de los mismos. En Calcuta, se derrumba un puente en
construcción por designio de Dios, no por negligencia ni por nada achacable al
constructor. Tirando de ese hilo, las mayores calamidades que ha sufrido la
humanidad, son también culpa de Dios. Al fin y al cabo, Dios no va a decir
nada, no puede protestar y en el nazismo, es evidente que el asunto se le fue
de las manos. Pero las mujeres y hombres de este mundo, tienen un poder
incalculable, a pesar de que Dios les abandona, para sobrevivir y hacer frente
a las mayores calamidades que nos podamos imaginar. Mi recuerdo aquí, para
todos los refugiados que malviven y mueren por encontrar una vida mejor.
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