A
uno se le parte el alma en mil pedazos, al recibir noticias cómo esta. Mucho
más cuando piensa en lo que puede estar sucediendo con los niños en cualquier
lugar del mundo y que no sabemos. Hope es la imagen de un drama por todos
conocido, pero que nos resistimos a creer que esta sucediendo de verdad. Lo
mismo ocurrió cuando vimos la imagen de Aylan, ahogado en una playa turca.
Hope
es de Nigeria, pero podría ser de cualquier otro país donde los niños carecen
de esperanza de poder tener una infancia feliz.
Uniceff
nos cuenta, que hay en el mundo, millones de niños, que son explotados,
prostituidos y además de sufrir maltratos y abandono, se vuelven
"virtualmente invisibles". Niños que carecen de oportunidades para
estudiar, que no tienen acceso a la salud, que son obligados a trabajar en
infames condiciones, o niñas que son obligadas a casarse y son madres a unas
edades tan tempranas, que ponen en gravísimo riesgo su salud. Más de 10
millones de menores de cinco años fallecen todos los años, y esta cifra es más
trágica si se tiene en cuenta que dos terceras partes de esas muertes se podrían
evitar.
¿Qué
futuro les espera a estos niños que están tan necesitados?
¿Y las
sociedades en que viven, que futuro pueden esperar?
Estas
privaciones y traumas de los primeros años de vida, tan importantes para su
desarrollo, les van a afectar siempre.
Y
luego aquí, en un país cómo el nuestro, en el pelotón de los desarrollados, y
donde no carecemos de tantas cosas, somos capaces de poner el grito en el
cielo, cuando una niña de 6 años, dice aquello de:
“Mama,
el traje del rey Melchor, es de mentiras”
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